"La mayoría escuchamos que comer rápido promueve el consumo excesivo de comida y la obesidad, y algunos estudios respaldaron esa idea", dijo el doctor Alexander Kokkinos, autor principal del estudio. Pero lo que se desconocía era la evidencia biológica de que una comida tranquila es mejor para controlar el apetito, indicó el equipo de Kokkinos, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Atenas, en Grecia, y del Imperial College de Londres, en el Reino Unido.
Para estudiarlo, los autores les indicaron a 17 hombres sanos comer una porción generosa de helado en dos situaciones distintas: en una, en dos porciones en 5 minutos; en la otra, en porciones pequeñas durante 30 minutos.
Aunque la sensación de saciedad y de hambre en ambos grupos no variaron, el equipo halló que cuando los hombres comían lentamente, sufrían un aumento en sangre de dos hormonas -péptido YY (PYY) y péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1)- durante tres horas después de ingerir el helado. Las PYY y GLP-1 se liberan en el tracto digestivo como señal de "saciedad" para el cerebro, lo que reduce el apetito y el consumo de calorías.
Los resultados, aprobados para su publicación en Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, respaldan la sabiduría popular de que hay que saborear la comida.
Algunos estudios previos habían demostrado que cuando las personas se toman el tiempo para masticar la comida y disfrutarla, tienden a consumir menos calorías que cuando comen la misma comida a toda velocidad. Pero se desconocen los motivos de esa diferencia.
"Nuestro estudio ofrece una explicación potencial de la relación entre comer rápido y hacerlo en exceso al mostrar que la velocidad a la que una persona come alteraría la liberación de las hormonas intestinales, que le indican al cerebro que hay que dejar de comer", dijo Kokkinos.
Los resultados son especialmente relevantes cuando muchas personas eligen la comida rápida y comen apurados, agregó el autor. El estudio sugiere que reducir la velocidad a la hora de comer favorecería el control del apetito y, finalmente, del peso.
Esto es una explicación posible a "la advertencia que nos daban de niños de que 'devorarse la comida te engorda'", finalizó Kokkinos.
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